domingo, 11 de abril de 2010

Lobos urbanos

Es posible que no sepamos qué hacer
cuando el sudor genere ampollas
y la sangre, ya no caliente, más bien helada
cubra las sábanas
y nos deje sin nada.

Podría ser demasiado para abarcarlo con la razón,
podríamos tener miedo,
enloquecer de tanto dolor.
Podríamos conocer nuestro costado asesino
en la pálida mirada de nuestro pobre vecino.

Ahora que te convertiste en esos zombies tibios
que vagabundeaban por las calles mientras vos eras tan lindo
que, sin querer decirlo, esperabas hallar muertos
despejando el mundo de riesgos
y tu corazón de tormentos

Esos nenes quemados, que jamás conocerán la gloria...
ahora que sos un muerto
querés saber más de esta historia?

Susana...
Quizás tus muertos tengan hambre
por favor
por favor Susana
escapate.

Dejen que el bien caiga como la peor tormenta
que los rayos blancos del alba recompongan al que se lamenta

que entre la luz

que sangren las puertas

de los vampiros que nos chupan, menstruales,
las heridas abiertas.

Déjenlos ir.

Perdonen las ofensas de los banqueros y sus hembras.
Perdonen al policía que secuestra a nuestras lenguas.
Y reparen al reloj que se hace agua en este tiempo
y todos los fantasmas que algún día nos comieron.

Liberen a sus prisioneros de guerra.
La batalla terminó.

Esos lobos que te violaron
no sabrían pedir perdón